Es un honor editar con Renacimiento y que me presente la Cátedra Luis Cernuda. Mi agradecimiento a ellos y a mis amigos de Sevilla.
viernes, 19 de septiembre de 2014
martes, 2 de septiembre de 2014
Julio Gálvez y Pablo Neruda, por Felipe Servulo
Julio
Gálvez es, tal vez, una de las personas que más conoce la vida y
obra de Pablo Neruda. Julio llegó a Castelldefels en 1974, aquí
vivió fructíferos años entre nosotros y volvió a su Chile natal
en 1995. Si no surge ningún imprevisto de última hora, volverá a
Castelldefels, ya que viene a presentar su último libro, “Winnipeg.
Testimonio de un exilio”, en nuestra tertulia de El Laberinto de
Ariadna. Será en el Aula dels Escriptors de la ACEC, en el Ateneu
Barcelonès el 8 de septiembre a las 19 horas.
Julio
es toda una autoridad en la vida y obra del poeta Ricardo Eliecer
Neftalí Reyes Basoalto, más conocido por Pablo Neruda, siendo la
odisea del Winnipeg, el pasaje de la vida de Neruda que más tiempo
le ha dedicado. Esta singular gesta fue organizada por Pablo Neruda
que volvió a Chile en 1937, tras haber sido cónsul desde 1934 en
Madrid y en Barcelona; conocía, por tanto, de una forma directa la
trágica situación de los republicanos españoles. En 1939,
gobernando en Chile el Frente Popular, el presidente Pedro Aguirre
Cerda le encargó al poeta la organización del transporte de los
exilados españoles. Para ello se le concede a Neruda el título de
Cónsul Especial, partiendo hacia Francia junto a su mujer Delia del
Carril, a la que sus amigos apodaban “la Hormiga”, debido a su
incansable actividad.
El
Winnipeg era un viejo carguero de bandera francesa que transportaba
las más diversas mercancías desde África a Francia; de alrededor
5.000 toneladas, no solía llevar a más de 70 personas. Por ese
motivo se tuvieron que acondicionar sus bodegas para poder dar cobijo
a los casi 2.500 refugiados que habían acudido de los más diversos
puntos de Francia huyendo de la guerra civil española y temiendo el
inminente estallido de la 2ª Guerra Mundial.
Neruda
instaló su oficina en la aduana del citado puerto y, desde allí,
junto al Servicio de Evacuación de Refugiados Españoles (SERE),
citaron a los refugiados que había en los distintos campos de
concentración. La convocatoria fue en los días 29, 30 y 31 de julio
de 1939 y les indicaban los pasos a seguir para poder acogerse. El 31
de julio Neruda otorgó a los pasajeros el visado que les permitiría
embarcar.
El
embarque se produjo el día 4 de agosto de 1939, zarpando ese mismo
día y según el mismo poeta: “Yo los puse en mi barco. / Era de
día y Francia / su vestido de lujo / de cada día aquella vez / fue
/ la misma claridad de vino y aire / su ropaje de Dios forestal. / Mi
navío esperaba / con su remoto nombre / Winnipeg".
Tras
diversas peripecias, el miércoles 30 de agosto por fin avistaron
tierra chilena y el vapor atracó en el puerto de Arica, en la
frontera con el Perú, en donde recibieron las primeras muestras de
afecto del pueblo hermano. Continuó viaje a Valparaíso, donde llegó
el día 3 de septiembre. Había comenzado para todos ellos una nueva
vida gracias a Neruda, que escribió sobre el mar, tal vez, su
mejor
poema.
(Julio
Gálvez y Pablo Neruda. Felipe Servulo. La Voz de Castelldefels,
julio de 2014. p.20)
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