Los
historiadores, a fin de evitarse molestias en las averiguaciones, se
copian los unos a los otros.
Anatole
France
Los
estudios sobre el exilio republicano español en México gozan hoy de
buena salud, afirma una historiadora catalana en un artículo
publicado en la Web. Sin embargo, el análisis del mismo exilio en
Chile, recién comienza a desentumecerse. Hace ya unos años se
publicó un extenso trabajo de los profesores Carmen Norambuena y
Cristián Garay; España
1939: Los Frutos de la Memoria.
(Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Santiago,
2002). La publicación contiene un Estudio Preliminar, de Francisco
Caudet, profesor de la Universidad Autónoma de Madrid y una veintena
de biografías de los emigrantes.
El
libro,
señala el profesor Caudet,
intenta responder a una serie de preguntas de gran calado, de no
fácil respuesta, pero que son abordadas de manera ecuánime y con
una metodología apropiada. Agradece,
además, a los autores, que
han dedicado tan denodado esfuerzo por reconstruir un capítulo de la
historia cultural de Chile y España.
Los autores, por su parte, destacan que el trabajo pretende
contribuir
a un debate abierto y no acabado.
En este marco, -y porque el texto puede convertirse en referencia
para estudiosos e investigadores-, quiero sumarme al debate planteado
por los autores, con la intención de contribuir a la reconstrucción
rigurosa de ese capítulo de la historia cultural de Chile y España,
como señala el profesor Caudet.
Estudio
Preliminar
En
los meses siguientes a la llegada del Winnipeg,
-señala el estudio preliminar-, llegaron
a Chile en los vapores Massilia, Órbita, Formosa, Reina del Pacífico
y desde Argentina, en el ferrocarril Trasandino, varios centenares
más de españoles. Muchos de ellos intentaron, lo que obligó al
Gobierno argentino a restringir la concesión de visados, quedarse en
Argentina. En uno de los informes de la Embajada franquista en
Santiago (Informe del 12 de enero de 1940) se hacía este comentario:
El Gobierno argentino se ha alarmado del número crecidísimo de
rojos españoles que cruzan su territorio para entrar en Chile por la
Cordillera andina. Y ha prohibido la concesión de visados de
tránsito, porque muchos lograban quedarse consiguiendo influencias y
presiones cerca del Gobierno...
En
otro párrafo del texto, el profesor afirma que: Todo
lo relacionado con la financiación de la operación fue tratado por
el canciller Abraham Ortega y Pablo Neruda con la FOARE argentina y
uruguaya y con el SERE. El Presidente Aguirre Cerda había nombrado a
Pablo Neruda, en mayo, Cónsul Especial para la Inmigración
Española..., En julio de 1939 se debatió en la Cámara de los
Diputados los acuerdos alcanzados por los dos representantes del
Gobierno con la FOARE y el SERE, acuerdos que iban a permitir el
traslado a Chile de un contingente de republicanos que, contra las
primeras previsiones, superó por poco los 2.000.
(La nota a píe de página Nº 9, dice: El
plan original del Ministerio de Relaciones chileno era ofrecer asilo
a 1350 republicanos)
La
oposición se enfrentó en la Cámara de Diputados con tal virulencia
a esa expedición, que estuvo a punto de causar una grave crisis
política. El canciller Abraham Ortega, debido a esa polémica,
presentó la dimisión que el Presidente, con buen criterio, no
aceptó. El Gobierno, que llegó en esos momentos a reconsiderar la
decisión de permitir la inmigración de republicanos, mandó a Pablo
Neruda, cuando ya estaba a punto de partir de Francia el Winnipeg, la
orden, que no atendió, de esperar.
Si
analizamos detenidamente el texto, debemos discrepar de varias
afirmaciones, o, como mínimo, de una redacción que se puede prestar
a equívocos. En los meses siguientes a la llegada del Winnipeg, los
vapores Massilia
y Formosa
no llegaron a Chile, sino que llegaron a Buenos Aires y los varios
centenares "más" de españoles que llegaron desde
Argentina en el ferrocarril Trasandino, correspondían a los
pasajeros de dichas embarcaciones. El Reina
del Pacífico,
según testimonio de Jesús del Prado a Leonardo Cáceres (Araucaria
de Chile Nº 8-1979) no hizo viajes por esas fechas: Yo
tenía pasaje para viajar en el Reina del Pacifico, y que zarpaba de
las costas europeas el 29 de agosto... pero en el encuentro en París
con Pablo Neruda, me contó que organizaba un viaje de refugiados
españoles en un barco de carga que partiría desde Burdeos a fines
de julio o en los primeros días de agosto. ...él me invitó a
viajar en ese barco. Fue una buena decisión, pues el "Reina del
Pacifico" no hizo ese proyectado viaje por los océanos sino
hasta después de la segunda guerra mundial.
Más aún, el Reina del Pacífico, antes de la guerra mundial, zarpó
por última vez a Valparaíso a mediados de junio, en él viajaban
los hijos de Valle Inclán.
Sobre
los "intentos" de los asilados por quedarse en Argentina,
sería conveniente revisar un artículo de Dora Schwarzstein,
profesora de la Universidad de Buenos Aires, (La Llegada de los
Republicanos Españoles a la Argentina. REDER. Red de Estudios y
Difusión del Exilio Republicano) en el que señala cómo y por qué
se quedaron en argentina muchos de los pasajeros del Massilia. En
este barco viajaban 147 españoles republicanos. Todos ellos se
hallaban en tránsito, con diversos destinos: 132 a Chile, 6 al
Paraguay y 9 a Bolivia. Mientras los pasajeros esperaban a bordo el
inicio de la nueva etapa de su viaje, se presentó en el puerto
Natalio Botana, director del periódico Crítica que ofreció a los
españoles una suma importante de dinero para facilitar su
asentamiento en la Argentina. Además, el mismo Botana comenzó una
intensa campaña frente a su Gobierno hasta lograr que el presidente
Ortiz otorgara la autorización para que los españoles del Massilia
se quedaran. En julio de 1939, el periódico Crítica ya había
iniciado una colecta de dinero para acudir en ayuda de los
intelectuales españoles. El 13 de noviembre, el periódico informaba
sobre el destino de los fondos recaudados: A
pedido de entidades de ayuda a los intelectuales, Crítica distribuyó
el producto de la colecta Suscripción Pro-intelectuales españoles
entre exiliados del Massilia. En la Argentina
-agregaba-, quedaron
unas 50 personas, siguiendo viaje a Chile otros 70 intelectuales.
El total recaudado se repartió entre esas 50 personas que se
instalarían en Argentina y los 70 intelectuales que seguirían viaje
a Chile. En base a esas informaciones, ya tenemos una cifra casi
exacta de los pasajeros del Massilia llegados a Chile. Y tenemos
también el motivo del informe, de fecha 12 de enero de 1940, de la
Embajada franquista en Santiago al Gobierno de su país, citado por
el profesor Caudet. Entre los pasajeros del barco se encontraban el
pintor Manuel Ángeles Ortiz; Alberto Barral López, Gregorio Muñoz
Montoro, Clemente Cimorra, Severino Mejuto y Luis Ciutat de Miguel.
Por
otra parte, es históricamente conocida, está en todas las
cronologías de Neruda, la fecha en que el poeta salió para Francia
con la misión consular para la inmigración; Marzo de 1939.
Posiblemente el profesor trabaja sólo con documentos ya que el
nombramiento oficial de Neruda como Cónsul Especial para la
Inmigración Española se subscribió, efectivamente, en el mes de
mayo. Pero la designación verbal del Presidente y su Ministro de
Exteriores, Abraham Ortega Aguayo, se hizo en una reunión en la que
Volodia Teitelboim fue testigo de excepción.
El
profesor afirma que: Todo
lo relacionado con la financiación de la operación fue tratado por
el canciller Abraham Ortega y Pablo Neruda con la FOARE argentina y
uruguaya y con el SERE.
Esto puede llevar a una desvirtuación del trabajo de los comités
chilenos. Para la ocasión se formó, bajo los auspicios del Comité
Nacional del Frente Popular, el Comité Chileno de Ayuda a los
Refugiados Españoles (CChARE), que se encargó de todas estas
gestiones; económicas, organizativas y logísticas. Estaba presidido
por el poeta y diputado socialista Julio Barrenechea. José Manuel
Calvo, secretario general del ChARE, trataba directamente, o a través
de Neruda, con el SERE, Servicio de Evacuación de Refugiados
Españoles, con la FOARE (que agrupaba sólo a comités argentinos,
no a los uruguayos) y con la organización mundial en favor de los
refugiados que funcionaba en París. El día sábado 10 de Julio de
1939, el periódico Frente Popular de Santiago, informaba que: La
FOARE, Federación de Organizaciones Argentinas Pro Refugiados
Españoles, es una institución formada por todos los Comités, que
en número de más de 500 existen en la República hermana, para la
ayuda a los refugiados y ex combatientes de la República Española.
Hasta el mes de mayo último recaudó para la ayuda a España, la
enorme suma de 70 millones de francos... Según el acuerdo de la
organización mundial en favor de los refugiados que funciona en
París, de la cual es filial la FOARE, Argentina, Uruguay y Colombia
destinarán todos los fondos que reúnan para la atención de los
refugiados que vayan llegando a Chile.
El
acuerdo se había tomado en París, en el Congreso celebrado, por la
organización mundial en favor de los refugiados, a principios del
mes de julio. Pero las conversaciones previas las había iniciado
Neruda algunos meses antes, en marzo de 1939, en su paso por
Argentina y Uruguay, camino de Francia. (Ver prensa de la época y
cartas de Neruda al Ministro de Exteriores chileno)
Sobre
el número de asilados, la nota a píe de página Nº 9 del citado
libro, en el Texto Preliminar, dice: El
plan original del Ministerio de Relaciones chileno era ofrecer asilo
a 1350 republicanos.
No está demás decir que esas cifras no se sobrepasaron. Lo dice el
propio Ministro Ortega en varios medios de la época; esos 1350
pasajeros, más las esposas e hijos de muchos de ellos, nos da el
número de algo más de dos mil, que fueron los que llegaron en el
barco. Además, también lo dice por carta José Manuel Calvo a
Neruda: Desde
luego la resolución del Ministro de ampliar el embarque a los
familiares, demuestra que el rigor del comienzo se va aminorando.
Otra
afirmación poco rigurosa de Francisco Caudet es la que se refiere a
la dimisión del Ministro Ortega. Esta no fue debida al encarnizado
debate producido en la Cámara de Diputados el 4 de julio. Al
mediodía siguiente, con la intermediación de los diputados Juan
Bautista Rossetti y Marcos Chamudez, la crisis estaba completamente
solucionada. Aguirre Cerda reconsideró su postura y Ortega retiró
su renuncia. Cabe señalar que el mismo día 5 de julio, el doctor
Calvo, declaraba a United Press que había depositado dos millones y
medio de pesos en la Legación chilena de París, que daban garantía
de techo y alimentación a los refugiados durante seis meses, a fin
de que no fuesen carga para el Estado.
El
escenario: 1939
Los
autores del libro, antes de presentar las entrevistas, hacen una
contextualización del periódo tratado, -El escenario; 1939-, que
dividen en cinco partes: La génesis; Los españoles en Francia; La
empresa del Winnipeg; El viaje y Los otros exiliados. Un párrafo de
la primera de ellas merece nuestra atención, dice: La
lucha partidaria tuvo directa repercusión en la cuestión de los
emigrados. Cada facción política organizó con enormes dificultades
la salida de los suyos, lo que explica la creación de dos organismos
cuya misión era identica y que tuvieron competencias paralelas sobre
los emigrados. Se trata del Servicio Exterior de la República
Española (SERE), controlado por los comunistas y bajo la dirección
de Juan Negrín; y de la Junta de Auxilio a los Republicanos
Españoles (JARE), controlada por el socialista Indalecio Prieto.
Creemos
poco afortunada la explicación de la creación de dos organismos
paralelos. Si bien es cierto que la salida de los republicanos se
realizaba con muchas dificultades, no lo es menos que el SERE estaba
resolviendo de manera correcta la situación. Pero retrocedamos un
poco en el tiempo. El SERE, cuyas siglas, como hemos visto, no
corresponden exactamente a la señalada en el libro, había sido
fundado en París, a comienzos de marzo de 1939, por el Gobierno
Republicano en el exilio, (cuyo presidente era Juan Negrín) con el
visto bueno del Ministro del Interior francés y bajo la protección
de la Embajada mexicana. Este servicio fue presidido por Pablo
Azcárate y su director era Bibiano Osorio y Tafall. El origen y la
constitución de la Junta de Ayuda a los Refugiados Españoles, JARE,
presidida por Luis Nicolau, es distinto. Nació en París, el 31 de
julio, seis meses después de la creación del SERE; casi un mes
después de la llegada a México de tres barcos con exiliados; el
Sinaia, que llegó a Veracruz el 13 de junio y el Ipanema y Mexique,
que llegaron el 7 de julio y no se creó, precisamente, por las
enormes
dificultades con que cada facción política organizaba la salida de
los suyos.
La
JARE, lo mismo que la Comisión Permanente, fueron dos organismos
fabricados a su medida por Indalecio Prieto, para justificar la
apropiación indebida que hizo del tesoro del yate Vita. (Ver; Amaro
del Rosal; El tesoro del Vita, Biblioteca de la Guerra Civil,
Barcelona, 1998) El contenido de esta embarcación, que transportó a
México los bienes depositados en diversos bancos y montes de piedad
de España, convirtió a Prieto en el árbitro del exilio, pero, para
consolidar su posición, necesitaba de algunos aliados y de algún
organismo formal. Ese es el origen de la creación de la JARE. Desde
ese momento el exilio republicano queda dividido en dos,
proyectándose la división a los partidos políticos y a los campos
de concentración. Este hecho constituyó el tercer golpe de estado
recibido por la República española; el primero fue el de Franco, el
segundo de Casado y luego el de Indalecio Prieto. Esta lamentable
división no pudo repercutir en el embarque del Winnipeg. Como
sabemos, su salida de Francia se produjo el 4 de agosto, a sólo
cuatro días de la creación de la JARE.
El
subcapitulo, -Los españoles en Francia-, el libro refleja poco rigor
cronológico en la exposición. El
2 de abril,
-señala el texto-, la
noticia del desastre republicano llega a la Comisión Política del
Partido Comunista chileno. La colectividad conoce, mediante una
reunión previa entre el Secretario General del Partido, Carlos
Contreras Labarca, y el canciller Abraham Ortega, que la República
española ha caído y que sus partidarios están en la indefensión...
Pablo Neruda, participante en la Comisión Política del PC,
interviene ante la conmoción general y sostiene que se debe acudir
al Presidente Pedro Aguirre Cerda; en los días siguientes propone
traer a miles de refugiados y sus familias, y el Partido da inicio a
gestiones directas.
No
está demás recordar que Neruda, en esa fecha, no participaba en la
Comisión Política del PC chileno. Si bien es cierto que el inicio
de su acercamiento al comunismo fue en España, y que muchas de sus
amistades militaban en ese partido, no lo es menos que su propia
militancia comenzó en julio de 1945. Pero lo que es totalmente
inexacto es que Neruda, la Comisión política del PC y su Secretario
General, intervinieran y acudieran al Presidente en los días
siguientes al 2 de abril. Por esa fecha el poeta ya se encontraba en
Buenos Aires participando en la reestructuración de los organismos
solidarios argentinos y ya había participado como delegado de los
intelectuales chilenos en el Congreso Internacional de las
Democracias, celebrado en Montevideo. Lo que si sucedió el domingo 2
de abril, y de ahí puede venir la confusión de los autores del
libro, es que ese día, en el Teatro Caupolicán de Santiago, en una
concentración del Partido Comunista, el diputado Carlos Contreras
Labarca anunciaba que Neruda había sido nombrado cónsul para la
inmigración española y que ya se encontraba en viaje hacia Francia.
Las gestiones directas de Neruda y los comunistas a que alude el
texto se habían iniciado incluso antes de que Aguirre Cerda asumiera
la presidencia.
En
la bibliografía seleccionada se señala a Luna, primera revista
cultural del exilio en España, (Madrid, EDAF, 2000) recopilada por
Jesucristo Riquelme, como uno de los textos consultados. En él queda
claramente establecido que el reconocimiento al régimen franquista
por el Gobierno de Chile, se enmarca dentro del conflicto diplomático
por los asilados en la Embajada chilena en Madrid, y no por otras
razones.
En
el siguiente subcapítulo, -La empresa del Winnipeg-, nos encontramos
con nuevas sorpresas, algunas se pueden atribuir, otra vez, a una
redacción que se presta a equívocos, como cuando dice: De
hecho,
(Neruda) antes
de ser Cónsul para la Migración
(sic) había
sido Cónsul en Madrid, creando la Alianza de Intelectuales
Antifascistas, y además había asumido la presidencia de la
Asociación Internacional Pro Refugiados Españoles. Ahora volvía a
contactar con republicanos españoles aunque el ambiente de la
legación chilena en Francia no fuera todo lo grato que el poeta
esperaba, como tampoco fueron fluidas sus relaciones con el Embajador
en París y luego Presidente de la República, Gabriel González
Videla.
Tenemos
que recordar que la Alianza de Intelectuales Antifascista fue creada
en Madrid, en febrero de 1936, por José Bergamín, María Teresa
León y Rafael Alberti, entre varios otros. Neruda fundó en Chile,
siguiendo instrucciones del II Congreso de Escritores Antifascistas
de Valencia, la Alianza de Intelectuales de Chile para la Defensa de
la Cultura, cuya sesión pública inaugural se realizó en el Salón
de Honor de la Universidad de Chile el día 7 de noviembre de 1937.
Luego se afirman en un viejo mito, repetido por muchos
investigadores, que es el de González Videla como uno de los
principales entorpecedores de la gestión de Neruda en la campaña
del Winnipeg. Todos conocemos la labor de González Videla durante su
mandato, sin embargo, aún no era embajador en Francia cuando Neruda
desempeñaba su misión. Nombrado embajador en Francia, Bélgica y
Luxemburgo, Gabriel González Videla se embarcó en Valparaíso rumbo
a su nuevo destino el 21 de agosto de 1939. Al cruzar el Canal de
Panamá, el 1 de septiembre, estalló la Segunda Guerra Mundial,
debiendo alterar el trayecto. Recién el 3 de noviembre logró, vía
Nápoles, llegar a su destino en París. Como sabemos, el Winnipeg
zarpó del puerto fluvial de Trompeloup, en Burdeos, el 4 de agosto
de 1939, luego de un trabajo organizativo y de preparación de más
de cuatro meses.
Revisando
las memorias del poeta, no hay alusión directa a González Videla
como uno de los diplomáticos que se dedicaron a entorpecer su labor.
Pero si alude directamente a Manuel Arellano Marín: Para
complicar mi vida el gobierno del Frente Popular de Chile me anunció
la llegada de un encargado de negocios.
Aunque no dice que fue él mismo quien lo solicitó como secretario
para colaborar con su trabajo. (Carta del 19 de abril al Ministro
Ortega)
Es
obvio que la labor del investigador es investigar. Los datos citados
en este y en cualquier texto, aunque provengan del mismo Neruda,
tienen que ser comprobados. Como hemos visto, el no hacerlo puede
inducir a errores. El caso de las atribuciones a González Videla es
un ejemplo. Pero hay otro aún más notorio, el que señala que: En
Francia Neruda contactó con Juan Negrín.
Es cierto que también lo dice Neruda, quien en sus memorias señala
su entrevista con él después de recibir el supuesto cable de
Aguirre Cerda cancelando la misión del Winnipeg. Pero, como veremos,
esto, desde el punto de vista cronológico, no parece muy verosímil,
ya que Juan Negrín, por esas fechas no estaba en Francia. Había
viajado en mayo del 39, primero a Nueva York y luego a México, para
tratar con Indalecio Prieto el escabroso tema del tesoro del Vita.
(De hecho, a la llegada del Sinaia a Veracruz, -13 de junio-, Negrín
fue uno de los que les esperaba en el puerto). En declaraciones a la
prensa mexicana, el 4 de julio, Negrín anunciaba su regreso a
Francia, donde, dijo, Esperaba
estar en París el 12 de julio.
Recordemos que el incidente aludido, con la renuncia del Ministro
Ortega incluido, sucedió entre los días 4 y 5 de julio. Esos datos
son fruto de una rigurosa investigación, y pueden ser usados,
siempre que se cite las fuentes, cosa que no siempre sucede con el
texto que analizamos.
Tampoco
compartimos lo señalado en el subcapítulo Los otros exiliados. El
ingreso de los 17 asilados republicanos en la Embajada de Chile en
Madrid no fue sólo ...fruto
de la determinación del Encargado de Negocios, Carlos Morla Lynch.
En este episodio hubo otros actores, como el Gobierno del Frente
Popular, principalmente Abraham Ortega, la Alianza de Intelectuales
de Chile y el propio Neruda. Sobre eso hay bastante documentación,
incluido el testimonio del mismo Morla Lynch.
Hay
varias anotaciones que, en honor al rigor histórico, merecen una
mínima rectificación. Entre ellas, señalar que Angelina Vásquez
Ribeiro, autora de uno de los libros más importantes sobre el tema,
aunque hija de un exiliado republicano, no fue pasajera del Winnipeg.
Que los nombres de los hermanos Pey Casado no son Víctor y Roberto,
son Víctor y Raúl, sin omitir a la hermana Diana, importante
pianista. Señalar también que la biografía, reseñada en el libro,
de José Gómez de la Serna, pasajero del Winnipeg y padre de Elena
Gómez de la Serna, corresponde a la de su hermano Ramón, el autor
de las Greguerías. Pero incluso está mal copiada, ya que en la
bibliografía, cuando se señala el libro Senos
y Circo
(1917), corresponde a dos libros diferentes; Senos,
publicado en Madrid por Imp. Latina en 1917, y El
Circo,
publicado el mismo año por la misma casa editorial.
Quizá
a modo de fe de erratas, respecto al cuadro estadístico de la página
número 219, sería interesante aclarar que, Mauricio Amster vino en
el Winnipeg, no fue uno de los asilados en la Embajada de Chile en
Madrid; que José y Joaquín Machado, con sus respectivas esposas,
tampoco vinieron en el Winnipeg; que la profesión de Vicente Salas
Viu es musicólogo, aunque ejerciera alguna vez la crítica; que José
Ferrater Mora vivió en Chile seis años, aunque en el cuadro de la
página 222 se señale cero y, por último, ya que no podemos
extendernos más aunque queden varios puntos a discutir, los
intelectuales catalanes que vivieron en Chile y que tempranamente
volvieron a su patria, no lo hicieron, como se señala, porque en
España ya se habían terminado las represalias. De hecho, Francesc
Trabal falleció en Chile en 1957; Joan Oliver (Pere Quart), Doménec
Guansé y Xavier Benguerel, en los comienzos de su retorno, sufrieron
la cárcel, el olvido, la dificultad de trabajar y varios otros tipos
de represión.
El
estudio del exilio republicano español a Chile aun no goza de buena
salud. Es cierto que este episodio se ha convertido en la más
importante hazaña solidaria del pueblo chileno, por
ello,
para conocerla y apreciarla mejor, tenemos que estudiarla y
difundirla con el máximo rigor, sin
copiarse unos a otros, como señala Anatole France y comprobando
cualquier dato que se presente, por nimio que parezca.
El año antepasado, se publicó en Madrid el libro Emigración y relaciones bilaterales España-Chile (1810-2015) de José Manuel Azcona Pastor, editado por Dykinson. En el Capítulo V.- El exilio español a Chile (1936-1945), la misma profesora que aparece como autora de España 1939: Los frutos de la memoria, en la nota 20, vuelve a equivocarse. Señala: ...con motivo del 70 aniversario de la llegada del Winnipeg a las costas chilenas, el principal acto desarrollado en La Moneda, la presidenta de la República de Chile, Michelle Bachelet, invitó como orador único al profesor Jaime Ferrer Mir.
El año antepasado, se publicó en Madrid el libro Emigración y relaciones bilaterales España-Chile (1810-2015) de José Manuel Azcona Pastor, editado por Dykinson. En el Capítulo V.- El exilio español a Chile (1936-1945), la misma profesora que aparece como autora de España 1939: Los frutos de la memoria, en la nota 20, vuelve a equivocarse. Señala: ...con motivo del 70 aniversario de la llegada del Winnipeg a las costas chilenas, el principal acto desarrollado en La Moneda, la presidenta de la República de Chile, Michelle Bachelet, invitó como orador único al profesor Jaime Ferrer Mir.
A
esa ceremonia, la celebración de los 70 años de la llegada del
“Winnipeg” a Chile, asistieron cientos de personas y lo cubrió
la prensa chilena y parte de los corresponsales extranjeros,
principalmente españoles. Todos ellos saben, y así se informó en
su día, que en ese acto participaron tres oradores, incluida la
Presidenta, que en su intervención no tuvo errores, porque estaba
bien asesorada. Y es lo que tiene que hacer un historiador,
asesorarse bien, ya sea por sus propias investigaciones o por buenos
colaboradores, y no dejarse guiar por disputas nimias, ni por
rencores sin sentido.