Ya no me acuerdo cuándo fue, cuándo será
que fuimos hijo y padre. Cuándo
fuimos dos y cuando fuimos uno.
Aún yo soy un niño andando de su mano.
Aún no doy el primer paso hasta sus pies.
Aún no he nacido, y él me mira
en los ojos de mi madre. Aún no existo,
y ya sé que siempre he de buscarlo,
en los límites del mundo y de mí mismo.
Tengo ante mí dos manos arrugadas.
Tocar mi mano es como tocar tus propias manos,
aprisionando un martillo y un sueño.
Contigo tuve pan y hermanos.
Y con mi madre tuvimos rostro y dueño.
1 comentario:
Me llegó mucho esto, no por mi sino por mi hijo, no sé si algún día el podrá decir lo mismo, no sé si algún día llegará a sentir lo mismo, quizás cuando mire a los ojos de su madre, verá también a su padre...
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