domingo, 28 de enero de 2018

Julio Gálvez Desclasifica la Vida en Chile de los Hermanos Machado

David Hevia. La Tercera, Santiago, 6 de mayo de 2017

Biógrafo de Juvencio Valle y de Luis Enrique Délano, el destacado investigador de las letras Julio Gálvez Barraza es autor, entre otras obras, de Winnipeg. Testimonio de un Exilio. Mientras afina los detalles de su próximo libro, que relata la relación de amistad desarrollada entre el Premio Nobel chileno y el vate español Rafael Alberti, el ensayista aborda las vicisitudes de Joaquín y José Machado, quienes llegaron al país en 1940.

-La diáspora resultante de la Guerra Civil trajo a los hermanos de Antonio Machado a Chile, a bordo del Formosa. 
Sí. Los hermanos Machado, Joaquín y José Machado, vinieron en el Formosa junto a varios emigrados. En el Formosa llegaron también el escultor Claudio Tarragó, el arquitecto Germán Rodríguez Arias y muchos más: aproximadamente, medio centenar de intelectuales. Los hermanos Machado llegaron a Santiago y se instalaron cerca del Parque Forestal, y hay un libro muy bello de José Machado, donde rememora esa estadía en Chile y narra la etapa final del vate ya fallecido, cuya imagen creyó ver deambulando por el parque un día.

-Usted se refiere a Últimas Soledades del Poeta Antonio Machado.
Ese libro, exactamente. Y luego, por algún motivo ese departamento frente al Parque Forestal tuvieron que dejarlo y alguien les consiguió una casa que estaba en Matucana. Los hermanos Machado, como varios personajes que llegaron exiliados de España después de la Guerra Civil, tenían una muy precaria condición económica. Ellos ya eran mayores, no tenían la posibilidad de ganarse la vida como los más jóvenes. Tuvieron que recurrir un poco al auxilio de algunas personas y ahí se portaron muy bien con ellos, entre otros, el embajador, que fue el último representante de la República en Chile, Rodrigo Soriano. Se hicieron también muy amigos de Arturo Serrano Plaja, poeta español igualmente afincado en Chile, y quien trabajaba en el Ministerio de Obras Públicas en ese tiempo. Y trabaron amistad con el pintor Arturo Lorenzo. Estos personajes auxiliaban de alguna manera económicamente a los hermanos Machado, que solo muy esporádicamente conseguían empleo. Joaquín Machado era periodista, hacía algunos artículos para las revistas de la época española en Chile…

-Y algunas columnas de opinión.
Claro, algunas columnas, algunos reportajes. José Machado era pintor, hacia clases de pintura y vendía de alguna manera sus cuadros, pero eso no les daba para mantenerse. Un mal día se incendió esa casa de Matucana. Entre otros, se quemaron manuscritos de Antonio Machado, los cuadros de José Machado, muchas cosas valiosas, y quedaron en la calle. Y ahí, a través de Serrano Plaja y Arturo Lorenzo, apareció una mano protectora que era un pintor chileno de nombre Eduardo Carrasco Délano. Él les dijo: “Mi suegra tiene una casa en Peñaflor que no ocupa, por qué no se van a vivir ahí”. Y los hermanos Machado, con sus esposas, fueron a vivir a Peñaflor y pasaron gran parte de su exilio en esa casa de Peñaflor.

-Lejos del centro de debate intelectual de la capital…
Y en ese tiempo desplazarse allá tomaba muchísimo tiempo. Era como la casa de vacaciones de la suegra de Délano. Crónicas y entrevistas de la época dicen que fue el tiempo más feliz de los hermanos Machado en Chile.

-En el caso de José, en particular, él además había sido en vida de Antonio Machado su secretario personal, por lo tanto ahí él es también, de algún modo, heredero de esa tradición literaria, más allá de su condición de pintor. De qué manera se expresa el legado de Antonio Machado en la vida de estos hermanos en Chile? 
Tenían algún problema que seguro que les marcó, y era esta dualidad en la familia en lo que representaba Antonio Machado y lo que también representaba Manuel Machado, que era el caso contrario. Manuel se alineó con el franquismo, trabajó con el franquismo, fue un artista de los pocos que tenía el franquismo para presentar al público…

-… Factor de división.
Entonces había ahí un encuentro bastante serio, y yo creo que eso afectó de alguna manera la vida de los hermanos Machado también, dentro de esa élite intelectual que podía juntarse en Santiago, como los que se reunían en el Café Miraflores, o los que hacían sus tertulias.

-La venida de los hermanos Machado a Chile parece ser la última gran jugada de Pablo Neruda en esa estrategia que permitió durante tanto tiempo traer a los perseguidos de España…
Sí. Hay una entrevista muy interesante a Neruda que está publicada en el diario Trabajo, aquí en Santiago, de noviembre del año ‘39, cuando ya había salido el Winnipeg hacia Chile. En el mes de noviembre le llega un cable a Neruda donde ya le anuncian que él va a ser cónsul en México, y entonces debe dar término a su misión como cónsul especial para la inmigración. En esa entrevista dice Neruda que las últimas visas que él firma son las de los hermanos Machado, que estaban en París, abandonados por todos, subraya. En esa entrevista Neruda dice una cosa muy interesante que muchas veces pasa inadvertida para los estudiosos del poeta: “éstas son mis últimas firmas de inmigrantes a Chile, pero no creo que la inmigración española a Chile con esto termine, porque, de la misma manera que los americanos emigran a España, es algo cíclico, y que tiene que ver con la historia y es recíproca”.

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