La
amistad entre Pablo Neruda y Luis Enrique Délano se remonta a los
años en que el poeta se disponía a salir para Rangoon, donde había
sido destinado como cónsul. De hecho, ya en 1927, ambos muy jóvenes
aún, tenemos muestras de este mutuo aprecio. Délano, en su libro de
memorias Aprendiz
de escritor,
recuerda un regalo que le hizo Neruda con motivo de su viaje a
Oriente:
Ese
año partió al Oriente designado cónsul en Rangoon. Antes de irse
me regaló una mesa pequeña y una silla negra, alta de respaldo, que
le había hecho Pachín Bustamante, que además de gran pintor era
tallador, ebanista, carpintero, etc. Andando los años le regalé la
silla a un amigo. La mesa, que todavía conservo, ha resistido varias
capas de pintura. Le dieron a Pablo un gran banquete de despedida en
una quinta de los alrededores, del que existe una divulgada
fotografía. No pude ir por una razón muy simple; no tenía dinero
para pagar la cuota.
Huelga
decir que la amistad entre Délano y Neruda comienza basándose en la
devoción que ambos profesan por la literatura y la admiración que
despertaba el poeta en el joven aprendiz de escritor. A lo largo de
los años esta amistad se iría estrechando en largas horas de
convivencia; primero en Madrid, donde Neruda fue designado cónsul en
reemplazo de Gabriela Mistral y Délano, ya colaborador de la
poetisa, siguió ocupando el cargo con el nuevo titular. Luego en la
larga convivencia en México, donde ambos desarrollaban cargos
diplomáticos. No cabe duda que el testimonio de Luis Enrique Délano
constituye un punto de referencia obligatorio en cualquier
acercamiento biográfico a la vida y obra de Pablo Neruda.
A
partir de 1937 se introduce un elemento vinculante en sus relaciones,
que si bien refuerza la amistad personal, les une en un vínculo aún
más estrecho que ese; Me refiero, claro está, a la lucha politizada
en dos frentes paralelos que tenían su punto de encuentro en Europa,
pero cuyas ramificaciones llegaban a Chile como a toda América. Por
un lado estaba el fuerte impulso que ambos dieron en Chile a la
solidaridad con el gobierno republicano español en plena guerra
civil y por otra, la lucha frontal contra la introducción y
expansión del nazismo en Chile. Estos dos frentes se canalizaban de
forma organizada en la Alianza de Intelectuales de Chile y se
reflejaban con toda su fuerza en su órgano de difusión; La Aurora
de Chile.
Si
bien es cierto que la guerra civil en España terminó con la derrota
de los republicanos, no podemos olvidar que en Chile, la contienda
política en la que participaban Neruda y Délano, terminó con el
triunfo del Frente Popular, encabezado por Pedro Aguirre Cerda, que
con el correr de los años y revisando las estadísticas del siglo,
se ha convertido en uno de los mejores gobierno que ha tenido Chile
en toda su historia.
El
texto de esta carta inédita sitúa a Délano, su mujer Lola Falcón
y el pequeño Poli, hijo de ambos, a bordo del barco italiano
"Virgilio". La familia se había embarcado en el puerto de
Marsella, al que llegó acompañado de Pablo Neruda, en los primeros
días del mes de diciembre del año 1936. Viajaban de regreso a Chile
después de casi tres años de estadía en España. Ahí Délano
asistió a clases en la Universidad Central de Madrid, donde tuvo de
profesor al poeta Pedro Salinas y como compañero de aulas al
escritor Camilo José Cela; desempeñó su cargo de canciller del
consulado chileno; nació su hijo Poli y, finalmente, el 18 de julio,
los pilló en Madrid la guerra civil.
La
carta
19
de diciembre de 1936
Querido
Pablo:
Pasado
mañana llegaremos a Colón, donde pienso poner esta carta al correo.
Hemos hecho hasta aquí un viaje de perros, en las pocilgas que Ud.
vio, y que vistas son casi una delicia, después que uno las ha
sufrido y olido. Va con nosotros la gente más inmunda que Ud. se
puede imaginar, se suenan con las manos y echan los mocos en el suelo
que uno tiene que pisar; es una especie de legión extranjera de la
mugre y el mal olor. Con el calor del trópico, aquello no se puede
aguantar. Yo duermo todas las noches sentado en una silla en cubierta
y como casi todas las noches llueve, me convierto en una sopa. Lola,
por su parte, ha pasado las de Caín. Al lado de su cama va una mujer
con media docena de chiquillos a los cuales hace mear y cagar en el
suelo. Cuando hay mal tiempo y la gente se marea, aquello es un pozo
de vómitos sencillamente indescriptibles. Y lo peor de todo es saber
que nuestros pasajes son ahí, en el camarote común. A las pocas
horas de navegar me llamó el comisario de la tercera clase para
decirme que había una cama en una cabina de mujeres, donde podría
ir Lola, pero que como el Gobierno había pagado sólo doce libras yo
tendría que abonar la diferencia, diez dólares, que por cierto no
llevaba. Le prometí pagárselos en el primer puerto chileno, pero no
aceptó. Fui a hablar con el contador, aquel señor que tantas
disculpas daba al cónsul Bazán, quién ni siquiera me quiso
escuchar, tratándome poco menos que a patadas. Nos sentimos los
seres más desgraciados del mundo a bordo de este buque. Las pulgas y
los piojos son la orden del día en nuestros camarotes. Mi niñito se
ha llenado de granos. Hay dos baños, cuatro escusados y siete
lavabos para 251 personas. El agua está racionada hasta Colón y uno
sólo puede lavarse, bañarse o beber entre 6 y 8 de la mañana. La
comida es malísima. me parece que D. Arturo1
no la aguantaría. En Colón hablaré con el Ministro de Chile y en
el peor de los casos haré de tripas corazón y le pediré 20 dólares
prestados, si no me llegan los que pedí a Chile. Es un horror. Me
gustaría mucho que D. Tulio2
conociera esta descripción que le he hecho y que es verdaderamente
pálida al lado de la realidad. No por mi, naturalmente, porque
cuando esta carta le llegue a Marsella, ya habré terminado el
suplicio, sino por todos los pobres desgraciados chilenos que tienen
la desgracia de quedarse en el extranjero sin plata. Me parece que la
Compañía Italiana podría portarse de otra manera, humanizar un
poco las pocilgas, arreglar la comida y cambiar el trato a la gente,
aquí donde hasta los camareros que sirven en el comedor se creen con
derecho a tratar mal al pasaje. Desde luego yo estoy dispuesto a
escribir, ya sea directamente en un articulo o bien en un cuento toda
la miseria que he visto y sufrido a bordo del Virgilio.
Van
algunos chilenos, un profesor que viene de Alemania, compañero de
Díaz Casanueva. Ayer en La Guaira, vinieron a verlo abordo Fuentes
Vega,3
Naveas y otros amigos a quienes tuve el gusto de abrazar. Al lado de
los pasajeros del Virgilio el chileno más bruto y solemne resulta
simpatiquísimo. Por cierto que en La Guaira, no nos han dejado
bajar, ni siquiera para comprar cigarrillos. Después de 15 días de
viaje,4
habría sido agradable bajar. Pero ¡Qué diablos! es la solidaridad
americana. Prefieren que baje el judío de segunda antes que el
sudamericano de tercera. Tienen temor de que uno se quede, como si
alguien pudiera quedarse en esas tierras del diablo. Los profesores
chilenos están hasta la coronilla de Venezuela, del Gobierno y de
los frailes, que no los dejan vivir. González Vera parece que se irá
pronto a Chile. Rómulo Gallegos piensa también ir pronto a nuestro
país.
En
este barco existe el fascismo más desenfrenado. El comedor, la
cantina, todo, está presidido por retratos de Mussolini. Antenoche
hubo una fiesta en segunda. Un español se vistió de oficial y
gritaba: ¡Viva Italia, España, Alemania, Portugal! ¡Viva el
fascismo internacional!5
A Madrid podría ir a gritar eso, en vez de los moros y los
legionarios. Las noticias de España que publica el periódico de a
bordo son muy optimistas para ellos, pero por los profesores chilenos
ha sabido de que por el contrario, la guerra está siendo favorable
al Gobierno. Van aquí
muchos españoles con quienes me he peleado. Aunque me había
propuesto no discutir ni hablar una sola palabra, no he podido
resistir cuando le contaban a la gente que en las carnicerías de
Valencia vendían carne de cura a 30 céntimos la libra y que en
Madrid fusilaban a los niños en masa. Son cosas que sublevan la
sangre.
Estoy
escribiendo mi libro sobre España. Por fortuna el profesor chileno
lleva esta máquina de escribir.6
Espero tenerlo bien avanzado cuando llegue a Chile.7
He
tenido la vaga esperanza de saber algo de Ud. en Colón. Pueda ser
que el Ministro tenga alguna noticia. Estoy ansioso de saber si lo
han dejado en Marsella o si por el contrario, insisten en
castigarlo.8
Escríbame por correo aéreo a Chile, para tener noticias a mi
llegada, si Ud. quiere a casa de mi hermana en Valparaíso, donde iré
a mi llegada: Camino Real 1884, Recreo, o a Vicuña Mackenna 1525 en
Santiago. No se le olvide que estoy dispuesto a organizar una campaña
tremenda para su defensa, en el caso de que los rosses y palomos
quieran meterse con Ud.
Esperamos
de todo corazón, Lola y yo, que Malvita esté bien, ya en
Montecarlo9
y camino del restablecimiento definitivo. Nosotros no hemos tenido
mucha suerte con Policarpo.10
Primero le supuró el oído, luego le salió un furúnculo en la
cabeza, después con el calor se ha llenado de zarpullidos y ahora
está con diarreas. También se cayó de la cama y se hizo un cototo
en la frente. A pesar de todo, el pobre no pierde su buen humor y es
la verdadera sensación de la tercera clase. Todos lo adoran y lo
quieren tener en brazos. Naturalmente nosotros tenemos que pedir
certificado de higiene a quien lo quiera coger.
¿Qué
es de la Hormiguita?11
Queremos tener noticias de ella, de lo que hace y si ha salido de
España. Que nos escriba. Déle mi dirección en Chile. Y no se
olvide de que, si los cabrones que nos gobiernan quisieran quitarle
su puesto, podríamos vivir juntos y felices en Chile por lo menos
hasta que el Frente Popular triunfe.
Un
apretado abrazo de su compañero y amigo.
(Délano
firma con su ancla distintiva y continúa)
Muéstrele
a Maquieira la parte de esta carta que se refiere al Virgilio. Creo
que él excusará las palabrotas, que son un mínimo y justo
desahogo.
Saludos
a Marruca.
(sic)
1 Se
refiere al entonces Presidente de Chile, Arturo Alessandri Palma.
2 Se
refiere a Tulio Maquieira, Cónsul General de Chile en España. Por
lo tanto, superior inmediato de Neruda en el escalafón diplomático.
El Consulado General de Chile en España tenía, y tiene aún, su
sede en Barcelona.
3 Délano
se refiere al poeta Salvador Fuentes Vega que por entonces estaba en
Venezuela. El escritor había conocido a Fuentes Vega en su
juventud, en el año 1926, cuando se iniciaba en la poesía, género
que luego abandonó. Con él y con Gerardo Seguel, habían leído
sus versos en un programa de la Radio Chilena llamado "Hora de
Solveig", una especie de veladas literarias periódicas que
organizaba la Asociación de Profesores.
4 Luis
Enrique Délano y su familia, acompañados de Neruda, salieron de
Barcelona con destino a Marsella el 30 de noviembre de 1936. Esta
carta está fechada el 19 de diciembre. Si Délano cuenta 15 días
de viaje, podríamos deducir la fecha del embarque en el "Virgilio"
en el día 4 de diciembre de ese año.
5 Después
de la despedida de Luis Enrique Délano a su antigua modalidad
literaria, la de los "imaginista", y de su adscripción al
realismo social, la relación entre política y ficción, entre
novela y sociedad, entre el escritor y su tiempo, son temas que
juegan un papel visible en su vida y en su obra. En un pasaje de su
novela, El
Rumor de la Batalla
(Editora Austral, Santiago, 1964), Délano nos hace ver la
diversidad de opinión en la tripulación de un barco italiano que
había salido de Marsella, y traía a cuatro chilenos que habían
combatido en la Guerra Civil Española. En esa historia, el camarero
del bar de a bordo se descubre ante los combatientes de las Brigadas
Internacionales:
-¿Los
señores son los que vienen de España, del lado republicano?
Los
chilenos se miraron en silencio. Por fin el doctor Moreno afrontó
la pregunta.
-Si
-dijo-, exactamente.
-Ah,
pues tendré un gran placer en servir a los señores... Créanmelo...
No todos los italianos son como los que están en España, al lado
de Franco... Y de esos, muchos no están tampoco por su gusto.
Pedro
Farias lo miró sin poder disimular su interés.
-Entonces,
usted... ¿no es fascista?
-No,
claro que no. A veces -dijo con locuacidad un poco triste- usted
podrá verme hacer el saludo fascista a los oficiales de la nave...
No hay más remedio. Tengo que conservar mi empleo. Pero no soy
fascista y, más aún, odio a los fascistas, como muchísimos
italianos.
6 Efectivamente
la carta está escrita a máquina aunque, en su parte final, hay un
saludo de Lola Falcón a Neruda y su familia escrita con lápiz
grafito.
7 De
hecho, el prólogo de su libro 4
Meses de guerra civil en Madrid
(Memorias. Editorial Panorama, Santiago, 1937.), está fechado en
Altamar, el 10 de diciembre de 1936. Délano lo titula "Prólogo
escrito en el mar".
8 El
castigo a Neruda, al que alude Délano, en realidad persistía. El
Gobierno chileno, encabezado por Arturo Alessandri Palma,
simpatizaba con el bando franquista en el conflicto español.
Neruda, abiertamente, se alineaba con el Gobierno republicano. El
poeta, primero a través del Cónsul General, Tulio Maquieira, y
luego directamente al Subsecretario de Relaciones Exteriores, (carta
del 16 de diciembre de 1936) pidió un puesto consular en Marsella o
en alguna ciudad cercana a España. El Subsecretario le ofreció,
como única alternativa; la repatriación a Chile, naturalmente en
la tercera clase de un barco italiano, como el que viajaba Délano.
La carta respuesta del Subsecretario, (23 de diciembre de 1936)
alude a "circunstancias muy poderosas" que impedían una
nueva designación:
"Ya
el Cónsul General, señor Maquieira, me había escrito en el mismo
sentido en que lo hace usted y, desgraciadamente, no me fue posible
acceder a su pedido. Nuevamente, lamento no poder satisfacer este
deseo suyo y créame, mi amigo, que, si circunstancias muy poderosas
no me lo impidiesen, ya habría usted recibido la designación que
desea".
"En
estas circunstancias, he creído que lo más acertado sería dar los
pasos necesarios para que usted regresase a Chile y, en atención a
que la ley no permite que el fisco cancele los gastos de
movilización de los cónsules de elección y honorarios, no me ha
quedado otro camino que ordenar su repatriación."
Más
adelante, después de la conferencia pronunciada por Neruda en París
(20 de enero de 1937) explicando el por qué de su cambio en la
poesía y el asesinato de su amigo, Federico García Lorca en España
y luego del verdadero protagonismo adquirido entre los
intelectuales, el Gobierno chileno ofreció repatriarlo en las
condiciones que él quisiera. Traslado que el poeta no aceptó. Por
esos días Neruda ya trabajaba en la organización del Congreso de
Intelectuales Antifascistas que se celebraría en Barcelona,
Valencia y Madrid.
9 María
Antonieta Hagenaar (Maruca) y su hija, Malva Marina, por esos días
ya se encontraban en Montecarlo residiendo en el departamento de
unos amigos holandeses, los Van Tricht. Neruda las había acompañado
en el viaje el día 8 de diciembre y se había vuelto a Marsella al
día siguiente. El matrimonio estaba definitivamente roto. A los
pocos meses Maruca y su hija se trasladaron a La Haya. Esa sería la
última vez que Neruda vería a su hija, quien murió en Holanda el
2 de marzo de 1943.
10 Policarpo,
Poli Délano, nació en Madrid, el 22 de abril de ese mismo año,
por lo tanto en esos días tenía sólo ocho meses de edad.
11 Delia
del Carril, la "Hormiguita", estaba aún en Barcelona.
Neruda, en una carta escrita el 10 de diciembre de 1936, le dice:
"Estoy
en un hotel muy viejo junto al viejo puerto. Miro cada mañana los
veleros. Qué bien estaríamos juntos, pero creo que es mejor
aguantarse un tiempo más.
Luego de reunirse en Marsella, en los primeros días del mes de
enero del año 1937, Neruda y Delia del Carril se trasladan a París.
Su primer domicilio en esa ciudad fue el Nº 7 de la Rue Belloni, la
casa del pintor chileno Luis Vargas Rosas.
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