Y
les digo que tengo la certeza de que la semilla que hemos entregado a la
conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá ser segada
definitivamente.
El epígrafe recuerda parte de las últimas palabras de
Salvador Allende. Palabras que pronunciaba un hombre consciente de vivir sus
últimos momentos. Pero, sobre todo, las pronunciaba un hombre digno entre los
dignos y un político coherente hasta su muerte, de aquellos que en su tiempo
era difícil de encontrar y que hoy es imposible de ver.
Pocos líderes mundiales pueden igualar la trayectoria de Allende. Inició y lideró una verdadera revolución dentro de los márgenes democráticos del Chile de inicios del ‘70. Podemos afirmar que es el máximo exponente de un proceso histórico en el que se combina la Democracia y la República; la independencia del poder económico mundial y un Estado soberano, capaz de hacer transformaciones sociales. Nos es vano la percepción de que en la historia de los presidentes chilenos, Allende sea identificado como el más cercano a los intereses de su pueblo.
Pocos líderes mundiales pueden igualar la trayectoria de Allende. Inició y lideró una verdadera revolución dentro de los márgenes democráticos del Chile de inicios del ‘70. Podemos afirmar que es el máximo exponente de un proceso histórico en el que se combina la Democracia y la República; la independencia del poder económico mundial y un Estado soberano, capaz de hacer transformaciones sociales. Nos es vano la percepción de que en la historia de los presidentes chilenos, Allende sea identificado como el más cercano a los intereses de su pueblo.
Su certeza de entregar una digna semilla a los chilenos no
fue sólo una frase. También la entregó a otros que, sin nacer en Chile,
aportaron más que un grano de arena al proceso que lideró. Tres de ellos se
convirtieron en sus colaboradores cercanos; un valenciano y dos catalanes.
Joan Garcés viajó a Chile en 1968 e inmediatamente hizo
amistad con Allende, luego, en 1970 se radicó en el país y se convirtió en un
muy cercano asesor del Presidente. Víctor Pey y José Balmes llegaron a Chile en
1939, a bordo del mítico “Winnipeg”. En la década del ‘70, antes de la elección
presidencial que llevó al triunfo a la Unidad Popular, ambos ya eran amigos del
doctor.
El pintor José Balmes (Premio Nacional de Artes, 1999), fue
uno de los creadores del Museo de la Solidaridad. Esta colección de pinturas,
que nació en 1971 como parte de lo que se llamó “Operación Verdad”, reunió
valiosas obras producto de donaciones de los artistas del mundo como un
homenaje al Gobierno de la Unidad Popular. Como un gesto de admiración y de
solidaridad con el proceso que se desarrollaba en Chile. Luego, en el
exilio, se transformó en el Museo de la Resistencia Salvador Allende, para
volver a Chile después del advenimiento de la democracia, (luego de arduas
negociaciones con los militares y de perdidas de varías obras), para
reinstalarse como el Museo de la Solidaridad.
En enero de 1990, Joan Garcés y Víctor Pey crearon en España
la Fundación Presidente Allende. Víctor Pey donó a esta Fundación el 90 % de
las acciones de El Clarín, el diario de mayor circulación en Chile hasta
septiembre de 1973, incautado en esa fecha por la dictadura.
En julio de 1996 la Fundación Presidente Allende interpuso
ante la Audiencia Nacional de España una querella contra Pinochet por los
delitos de genocidio, terrorismo y torturas cometidos entre los años1973 y
1990, solicitando su detención y el embargo cautelar de sus bienes para
garantizar el pago de su responsabilidad civil. En octubre de 1998, la
Fundación solicitó la detención de Pinochet a efectos de su extradición, que
fue otorgada por el Juzgado y ejecutada en Londres el mismo día. Tres días
después el Tribunal español ordenó el embargo de los bienes de Pinochet y el 10
de diciembre de 1998 procesó a éste por los delitos de genocidio, terrorismo y
torturas. Éstas resoluciones estuvieron vigentes hasta su fallecimiento el 10
de diciembre de 2006.
En julio de 2004 la Fundación amplió la querella contra Pinochet
y el Riggs Bank por su participación en la ocultación de los bienes embargados
por el Tribunal español. El Banco, que primero se negó a entregar datos, al ver
la solidez de la querella, cambió su rumbo. Decidió sellar un acuerdo
extrajudicial, entregando 9 millones de dólares a la Fundación Presidente
Allende, a cambio de que la Fundación se desistiera de la querella.
¿Qué hicieron estos discípulos de Salvador Allende con el dinero? Descontaron los gastos del proceso judicial (1 millón de dólares apóx.) y el resto fue repartido entre las víctimas de los crímenes de genocidio, terrorismo y tortura cometidos por la dictadura de Pinochet y que no fueron reconocidas como víctimas por las Comisiones Rettig y Valech, organismos de reparación creados por el Estado democrático chileno.
¿Qué hicieron estos discípulos de Salvador Allende con el dinero? Descontaron los gastos del proceso judicial (1 millón de dólares apóx.) y el resto fue repartido entre las víctimas de los crímenes de genocidio, terrorismo y tortura cometidos por la dictadura de Pinochet y que no fueron reconocidas como víctimas por las Comisiones Rettig y Valech, organismos de reparación creados por el Estado democrático chileno.
Estos
tres españoles, amigos de Salvador Allende, son la viva demostración del tipo
de semilla que entregó el compañero Presidente a la conciencia digna de miles y
miles de personas.
Dice Joan Garcés que aquel 11 de septiembre Allende sostuvo
una batalla política... La defensa de la legitimidad democrática de las
instituciones republicanas que hizo Allende automáticamente deslegitimó, no
sólo a quienes estaban bombardeando sino también a quienes estaban detrás e
hicieron posible el ataque. Allende venció esa batalla política que tenía una
proyección en el futuro. La ganó al precio de su vida, pero la ganó.
Publicado en la Revista “ALLENDE VIVE” - VALENCIA - España, 26 DE JUNIO DE 2018
Publicado en la Revista “ALLENDE VIVE” - VALENCIA - España, 26 DE JUNIO DE 2018
No hay comentarios:
Publicar un comentario